La felicidad no llega

“La felicidad no llega, llega la capacidad de verla”

De niños, somos felices “porque si”. Nos basta con el sonido de papel despedazando para ponernos contentos.  Somos felices sin necesidad de nada más. ¿Por qué luego perdemos esta capacidad y de repente nuestra felicidad empieza a depender de la “cuenta bancaria”, de los “kilos demás”, de la “opinión de los demás”?

Simplemente porque con la edad, con las “malas” experiencias, con las exigencias de la sociedad, con las obligaciones y ritmo de vida, nos “cubrimos” de “condicionalidades” y cosas “ajenas” que nos crean los pendulos de la sociedad: estereotipos, modelos a seguir, ideas inculcadas, etc.  Todo esto nos está creando falsas ideas de que “para ser feliz hay que tener”  y mientras no lo tengas ni lo sueñes con ser feliz.  Estos son los llamamientos de algo muy ajeno a tu “yo”. Por lo tanto, totalmente falso.

En este momento, la mente piensa con alegría:”A-ha! Entonces, tengo que negar los valores materiales y a disfrutar de lo espiritual, tengo que “ser” …. “ser mejor persona”, “ser yo mismo” Y mientras no lo sea, soy infeliz”  Esta es otra trampa. Otro extremo. Si en primer caso prevalecía material sobre espiritual, en este: espiritual sobre lo material.

Y ambas afirmaciones son erróneas. La verdad, como siempre, está justo en el medio.

Los objetivos, los bienes materiales, el dinero son igual de importantes que el crecimiento/desarrollo espiritual, como obtención de habilidades y aprendizaje.  Al menos así está organizada nuestra sociedad y también mientras nosotros mismos todavía no hemos alcanzado la iluminación.




Entonces, si estas dos suposiciones son falsas, ¿qué?  El truco está en la capacidad de disfrutar y ser feliz …. POR EL CAMINO.

TRUCO: Es posible disfrutar por el camino  NO cuando alguien cuelga delante de tus narices una “motivación”, sino cuando tu vas a por algo que TU quieres, con lo que TU sueñas. Tu, solo tu y nadie más.

Un ejemplo muy simple:

Cuando la madre manda al niño a por el pan, la compra del pan NO es el objetivo del chico. Es un “objetivo AJENO”. Con lo cual, el niño no tendrá muchas ganas de desplazarse. Y para que lo haga,  la madre le “cuelga el manojo”: “Si traes el pan, podrás seguir jugando 1 hora más, sino – apaga el juego y recoge tu cuarto”.

No le queda otra que ir.  Irá arrastrando los pies, muy triste con la cara infeliz.  🙂 O puede, corriendo, pero con la misma cara infeliz, soñando en poder jugar, pero NO soñando con la compra del pan.

Imaginemos que mañana este niño, tras recibir la paga, quiere comprar una golosina. ¿Con qué cara irá a la misma tienda?  🙂 “Comprar golosina” es SU verdadero objetivo.

Así que para disfrutar por el camino, siendo feliz, hay que seguir al menos 2 condiciones:

1. Darse cuenta de la “influencia extraña”
2. Recordar tus propios sueños y deseos y convertirlos en tus objetivos en la vida.

Y por supuesto, reanimar la capacidad que se nos da por naturaleza de sentirse felices “porque si”.

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