Y de nuevo tocaremos el “ego”. 🙂
Es bastante usual ver en las calles a los perros con sus dueños. 🙂 No, no es al revés, son los perros que sacan a pasear a sus dueños.
Hoy vi a una señora paseando con sus 2 perritos. Uno era obediente, el otro no le hacía ni caso! Se sentía muy libre de andar por dónde le plazca. Y por mucho que la señora le llamaba, el perro no le hacía ni caso.
Si trazamos analogías, somos nosotros con nuestro ego. Si no tenemos adiestrado a nuestro ego, si no le tenemos bajo control, el ego anda por donde le plazca. Y a él le plazca andar por la negatividad, por las dudas e incredibilidad, por la soberbia y altanería, por ponernos las trabas hacia nuestros objetivos. Por atascarse en el pasado. Por desviarnos de nuestro verdadero camino. Y un largo etcetera, es el ego que nos lleva por la vida, NO nosotros. Y es precisamente lo que hace de nuestra vida un “sufrimiento” en vez de “disfrute”. ¿Por qué? Porque tener un perro es fácil, más difícil es educarlo. Pocas veces encuentres a los dueños, cuyos perros están bajo su total control. Y aun menos personas que tienen bajo total control su propio ego.
Nuestro ego es lo que nos hace ver la vida al revés, como si de un espejo deformante se tratase. Y nos da miedo de salir a traves de este espejo, simplemente porque estamos más dispuestos de estar en una incomodidad acostumbrada a intentar algo nuevo y desconocido.
Lo mismo que los dueños de perros no intentan educar a sus perros, pensando que les hacen daño con reglas y restricciones, lo mismo pasa entre el “yo” de cada uno y su “ego”.
Cuando nos deshacemos del dominio de nuestro ego, podemos observar que no todas cosas son lo que parecen.