Erase una vez una Princesa. Y como es propio para Princesas, ella vivía en un castillo. El Rey-Padre se preocupó bien para que el castillo fuera lo más perfecto posible. Pero a pesar de la belleza y el lujo de la “vivienda”, Princesa estaba ahogada por su lugubridad, por las normas que tenía que cumplir a cada paso, por sus largos pasillos sin luz ni alegría algunos. Ella necesitaba difrutar del sol, jugar, crear, amar, disfrutar. Y no tenía nada de esto.
Tampoco podía salir, el castiilo estaba muy bien protegido por los
Cerberes de la Opinión Ajena, por los Lobos de la Perfección siempre hambrientos, por los terribles espíritus del Miedo, por los temibles guardianes-gemelos “Asínosehace” y “Asínosedice” … y otro montón de ellos, siempre atentos a cualquier movimiento sospechoso alrededor del castillo.
Día y noche esperaba la Princesa a que alguien llegue a su rescate. He de decir que a pesar de que acceso a ella era muy dificultado por todos los guardianes, hubo muchos que deseaban rescatarla, pues poseía una belleza celestial.
Además, el Rey, padre de la Princesa, ordenó que le concedan toda la riqueza del mundo al que será capaz de rescatar a la Princesa.
“Poseer toda riqueza del mundo” era otra tentación que animaba a muchos a emprender el viaje al rescate de la joven.
Aunque también hubo algunos que pensaban que solo era un cuento y ni siquiera lo intentaban. Su incredulidad la llamaron “realidad”, algunos, incluso, llegaron a llamarlo “cruda realidad”. Y la Real Realidad suspiraba con lamento e, incapaz de hacer otra cosa, consentía tales creencias:”Ok, si lo creen así, así será. Lo que vosotros digan”
Hubo tales pretendientes que, aunque no creyeron en la existencia de la Princesa, sin embargo, emprendían el camino hacia el castiilo, atraídos por la batalla y los enfrentamientos con los monstruos. Por el camino cruzaban las armas con multitud de enemigos, sufrían de las heridas, caían y se levantaban, aunque a veces no todos. El camino hacia la liberación de la Princesa no era de los fáciles. Pero ella lo valía.
Valía tanto que en aquel Reino hubo una ceremonia obligatoria. La ceremonia consistía en que cuando alguien quería abandonar el reinado, la Divina Providencia organizaba el encuentro de tal persona con la Princesa. (Que le vas a hacer, incluso los reyes tienen sus obligatorias obligaciones. ) Como objetivo, tal encuentros tenían mostrar a los incrédulos, que Princesa en realidad existe y realmente es muy bella. Y Princesa, dependiendo de la persona, o intentaba convencer a las personas a quedar un poco más en el reino, o mostraba lo lejos o lo cerca que estaban de la riqueza o en qué consistía esta riqueza. Algunos veían que Princesa siempre estaba al lado suyo, lo que pasa que ellos la tomaban por una simple campesina.
Pero con los héroes, que tenían fe, coraje, decisión y a pesar de muchas pruebas pasaban el camino hasta el final y liberaron a Princesa, les esperaba gran recompensa. Princesa con alegría abandonaba el castillo, pues le gustaba mucho la libertad. Y se iba por la vida con los ganadores, descubriéndoles y regalándoles a los ganadores la prometida riqueza. Les presentaba a la Buena Suerte y les llevaba por asombrosos caminos de vida con alegría, felicidad y amor, haciéndoles vivir la vida de sus sueños.
A algunas mentes escépticas la Princesa les puede parecer un tanto frívola: huía con cada uno, no era nada seria. Pero … acaso olvidaste que es un cuento, y nuestra Princesa es mágica? Entre todas sus inmensas cualidades y habilidades, posee la habilidad de ser única para cada uno y al mismo tiempo ser inmaculada y no pertenecer a nadie.
Por cierto … en esta vida cada uno de nosotros en esta vida está jugando a “salvar a Princesa” y liberarla del castiilo vigilado. Algunos incluso ya viven con ella. Puede que esto eres tu?