Aunque llevo muchos años practicando ver mi “nariz” reflejada en el espejo de mundo exterior, noto que no siempre logro verme a mi o no acepto que lo que no me gusta en el mundo exterior o en el comportamiento de la gente es simplemente el reflejo de mi interior.
En tales momentos parece que la vida se ha puesto en contra de mi: desaparece alegría, las cosas no van bien o incluso simplemente no van, me vuelvo muy irritable y me crecen los “pinchos conductistas”. Sin embargo, cuando me doy cuenta de ello, rápidamente recojo las riendas de mi realidad en mis manos y todo de nuevo se vuelve en normalidad: alegría vuelve a mi vida y la sonrisa a mi cara.