El llamador de la lluvia

En una provincia china hace 4 meses que no caía ni una gota de la lluvia. La gente corría peligro de quedarse sin la cosecha y pasar hambre. Los mejores científicos por mucho que buscaban remedios, no eran capaces de detener el desastre. Fue entonces que los jefes de los tres pueblos de esta provincia decidieron tomar medidas alternativas y llamar a un viejo que tenía fama de ser el “llamador de la lluvia”.

En el mismo día se juntaron en el pueblo lso científicos y el llamador de la lluvia que resultó ser un viejo y arrugado anciano.

Él pidió una casa aislada y una taza de arroz al día y se encerró en la casa. Los demás invitados se quedaron en la aldea a esperar.

Al tercer día empezó a llover. Por el trabajo el viejo cobró un montón de dinero u se dispuso a emprender el camino de vuelta. Pero los científicos le pidieron que antes les explicara el milagro que acababa de hacer.

– Por favor, cuéntanos cómo ha logrado llamar a la lluvia. ¿Es un conjuro antiguo que pasa por la herencia?

– Se han vuelto locos, – el viejo pareció muy sorprendido por la pregunta. – Yo? Llamar la lluvia? Acaso soy mago o hechicero? Cómo habéis podido creer que el insignificante de mi es capaz de dirigir los elementos tan poderosos.

– Pero si es que lo hiciste, está lloviendo, – dijeron los científicos desalentados.

– Nadie es capaz de cambiar a nadie, – dijo el viejo levantando el dedo índice. – pero cada uno es capaz de gobernar a si mismo. Y sin falsa modestia puedo decir que he logrado algún éxito en esto. Antes de venir estuve en el estado correcto, en el estado de armonía, pero cuando llegue aquí vi que el orden de las cosas está perturbado, por todas partes reina el caos, la gente está muy desolada. No soy capaz de cambiarlo esto. Lo único que puedo hacer es cambiarme a mi mismo. Es decir, entrar en el estado incorrecto de desarmonía y unirme a todo lo que pasa aquí. Es justo lo que hice.

– Y luego, la lluvia ¿qué?

– Luego, por supuesto, estuve trabajando conmigo mismo, devolviéndome de nuevo al estado de armonia y paz. Y como yo ya estaba unido con lo que hay aquí, esto también, con un poco de tardanza por la inercia, pero poco a poco empezó a ponerse en la vía correcta. Por eso empezó a llover. Y no es porque “he llamado” la lluvia.

– Pero si todo es tan simple, ¿por qué ha cobrado tanto dinero? Además, ud. sabe que son aldeas de pocos recursos. Los paisanos literalmente debían de vender sus últimas camisas para pagarle a ud.

– Pues, ya soy viejo y débil y cuando me uno a la desarmonía me siento muy mal, igual que todo el alrededor. Y pasar con la propia voluntad de un estado bueno a un estado malo cuesta muy caro, – terminó su explicación el anciano y señaló que se ha acabado la charla.

Este mismo día se ha vuelto a su aldea y los científicos se dirigieron a Beijing.

 altnzamllamador

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